viernes, 21 de febrero de 2014

«EL DESEO DEL CORAZÓN TIENDE HACIA DIOS»

Artículo tomado de:https://www.facebook.com/news.va.es

De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan

¿Qué es lo que se nos ha prometido? Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. [...] Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todavía, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la visión. Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán grande es lo que has de meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones.

Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados. [...] Tal es nuestra vida: ejercitarnos en el deseo... Ya hemos dicho en otra parte que un recipiente, para ser llenado, tiene que estar vacío. Derrama, pues, de ti el mal, ya que has de ser llenado del bien.

Imagínate que Dios quiere llenarte de miel; si estás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás la miel? Hay que vaciar primero el recipiente, hay que limpiarlo y lavarlo, aunque cueste fatiga, aunque haya que frotarlo, para que sea capaz de recibir algo.

Y así como decimos miel, podríamos decir oro o vino; lo que pretendemos es significar algo inefable: Dios. [...] Ensanchemos, pues, nuestro corazón, para que, cuando venga, nos llene, ya que seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.


jueves, 6 de febrero de 2014

El Papa, la Cuaresma y el antídoto contra toda miseria

02/ 4/2014

Cuando no hay trabajo, salud ni educación, la miseria moral «podría llamarse suicidio incipiente»



(©Ansa) Pobreza en África

IACOPO SCARAMUZZI
CIUDAD DEL VATICANO

«¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza!». Papa Francisco lo escribió en su primer mensaje para la Cuaresma, presentado hoy en el Vaticano. Un texto en el que Bergoglio, entre otras cosas, describe «tres tipos de miseria»: material, moral (que «podría llamarse suicidio incipiente», porque a menudo la provoca la falta de trabajo, salud y educación) y la espiritual. Francisco invita a los fieles a considerar este periodo que precede la Pascua como un tiempo «adecuado para despojarse».

Jorge Mario Bergoglio explica, en el breve mensaje, que se inspiró en una expresón que usa San Pablo en la Segunda Carta a los Corintios: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El mensaje se titula, de hecho, «Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza». Por ello, el Papa se pregunta: «¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de San Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?». En primer lugar, explica el Papa, el «amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros». Pero el Papa también indica que «Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica».  Entre los argumentos afrontados por el Pontífice, hay muchos que se relacionan con el compromiso social. En el segundo párrafo del mensaje («Nuestro testimonio») Jorge Mario Bergoglio dice que sería erróneo creer que la «la vía de la pobreza» es exclusiva de Jesús, pues nosotros venimos después de Él y podríamos «salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos». La riqueza de Dios, subraya el Papa, «no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo».

Y en este punto del texto Bergoglio distingue tres tipos de miseria: material, moral y espiritual. La miseria material, o bien lo que normalmente llamamos «pobreza», «toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad».

Según el Papa, «cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir». Pero, no menos preocupante es la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. «¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente». Esta forma de miseria, indica Bergoglio, «que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso». Y ante esta realidad, recuerda Papa Francisco, «El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna».

Al final del mensaje, el Papa invita a «que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza». Por ello, «la Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele».

lunes, 6 de enero de 2014

Cristo envió a la Iglesia a comunicar la caridad y la paz de Dios a todos los pueblos, reitera el Papa y recuerda a las Iglesias de Oriente y a las comunidades cristianas en la prueba

Artículo tamado de: http://www.news.va/es/news/

2014-01-06 Radio Vaticana

(RV).- Pidamos la alegría de evangelizar y que los corazones se abran para recibir el anuncio cristiano. «Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes: ¡El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor!» (EG 113). «¡Que María nos ayude a ser discípulos y misioneros, pequeñas estrellas que reflejan su luz!» dijo el Papa Francisco, introduciendo el rezo a la Madre de Dios, en la solemnidad de la Epifanía, manifestación del Señor. Tras destacar, el magnífico comentario que su amado predecesor Benedicto XVI, presenta en su libro sobre la infancia de Jesús, sobre la llegada de los magos de Oriente a Belén, el Obispo de Roma hizo hincapié en que «la Epifanía pone de relieve la apertura universal de la salvación traída por Jesús». Subrayando el movimiento de «recíproca atracción», de parte de Dios, que tiene siempre la iniciativa: su amor por nosotros, que somos sus hijos, por lo que «nos quiere liberar del mal, de las enfermedades de la muerte y llevarnos a su casa, a su Reino», el Papa Bergoglio se refirió también a nuestro anhelo de bien, verdad, vida felicidad, belleza. El punto de encuentro es Jesús. Él es la Epifanía, la manifestación del amor de Dios. Y la «Iglesia está toda en este movimiento de Dios hacia el mundo: su alegría es Evangelio». Después del rezo mariano, el Sucesor de Pedro expresó sus cordiales parabienes de Navidad a las Iglesias Orientales, recordando en particular a las comunidades cristianas en la prueba.Asimismo, señalando que la Epifanía es la Jornada Misionera de los niños, impulsada por la Pontificia Obra de la Santa Infancia, el Papa agradeció y bendijo a los chicos y chicas por su colaboración en la misión de la Iglesia, gracias a sus oraciones y su compromiso.
(CdM - RV)